Un día como cualquier otro decidí dejar el café. Esa mezcla
deliciosa de aroma, granos, cafeína y placer sin igual. Sí, lo deje.
Y con él se fue el despertarme fundida por la mañana, habiendo
dormido menos de 5 horas lista para una nueva batalla entre el tráfico, el
trabajo y los quehaceres diarios.
Deje de castigar mi cuerpo obligándolo a funcionar aunque no
tuviera como hacerlo. Deje de inyectarle un impulso externo, que lo obligaba a
dar una nueva batalla.
Deje de culparme por no ser la mujer maravilla que puede con
la casa, el trabajo, los niños, lidiar con la dieta,todo perfectamente, sin sudar
una gota y sin necesidad de descansar… ¿Quién diablos lo necesita, no?
Deje de aparentar estar perfectamente. De que un café diera
la cara por mí y así poder estar rindiendo al 100% en todos los aspectos.
Deje de obligarme a mí misma a cumplir con todos los
conceptos que nos inculcan desde pequeñas, como eso de pensar en todas las
personas de nuestra vida (y si se puede, en todos nuestros contactos de
Facebook) antes que en nosotras mismas. Pensar en lo que a otros hará felices y
al final en la felicidad propia; de preocuparnos y ocuparnos por otros primero,
porque eso nos hace “buenas” mujeres, eso nos pone la etiqueta de sacrificadas
y solícitas, siempre pretendido y bien visto para una mujer.
Pero… ¿Y nosotras? ¿Quién piensa realmente en si misma? En
si está alimentándose bien o si ha descansado lo suficiente. Yo creo que la
persona más importante en mi vida debo ser yo misma. ¿Te suena egoísta? Bueno,
seguramente has leído o escuchado que uno no puede dar lo que no tiene,
entonces ¿Cómo darías amor a los demás si no te amas primero a ti misma? ¿Empieza
a tener sentido?
De repente, buscando mil maneras de mejorar mi vida, me encontré
a mí misma por medio de la Inteligencia Emocional. Me habían dicho que muchas cosas en mí iban a cambiar al hacerme
autoconsciente y… He dejado el café. No porque no me guste, me fascina, sino
porque no lo necesito más; estoy en camino de respetarme, de cuidarme, de
amarme y eso no necesita ningún impulso externo, eso se da sólo desde dentro,
desde mi alma y corazón.
Un día de estos me sentare en una linda cafetería, con una
bella vista, una música agradable y me tomare un café, y lo voy a disfrutar
como nunca, porque me habré dado el tiempo para mí, para poder disfrutarlo,
para pasar un momento feliz, sólo yo y mi taza de café.
"Seamos luz del mundo"
Cynthia Aguilar
Formadora en Inteligencia Emocional, Financiera y
Empoderamiento Femenino.
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